El tordo flautista (Fabula)

Era un gusto el oír, era un encanto, A un Tordo gran flautista; pero tanto, Que en la gaita gallega,O la pasión me ciega,O a Misón le llevaba mil ventajas. Cuando todas las aves se hacen rajas Saludando a la aurora,Y la turba confusa charladoraLa canta sin compás y con destreza Todo cuanto la viene a la cabeza,El flautista empezó: cesó el concierto Los pájaros con tanto pico abierto Oyeron en un tono soberanoLas folias, la gaita y el villano.Al escuchar las aves tales cosas,Quedaron admiradas y envidiosas. Los jilgueros, preciados de cantores, Los vanos ruiseñores,Unos y otros corridos,Callan, entre las hojas escondidos. Ufano el Tordo grita: «Camaradas, Ni saben ni sabrán estas tonadas Los pájaros ociosos,Sino los retirados estudiosos. Sabed que con un hábil zapatero Estudié un año entero:Él dale que le das a sus zapatos, Y altemando, silbábamos a ratos. En fin, viéndome diestro,Vuela al campo, me dice mi maestro, Y harás ver a las aves, de mi parte, Lo que gana el ingenio con el arte».

Félix Samaniego