Un Milano, después de haber vivido Con la conciencia peor que un forajido, Enfermó gravemente.Supuesto que el pacienteNi a Galeno ni a Hipócrates leía, A bulto conoció que se moría. A los dioses desea ver propicios, Y ofrecerles entonces sacrificios Por medio de su madre, que, afligida, Rogaría sin duda por su vida.Mas ésta le responde: «Desdichado, ¿Cómo podré alcanzar para un malvado De los dioses clemencia,Si en vez de darles culto y reverencia, Ni aun perdonaste a víctima sagrada, En las aras divinas inmolada?»Así queremos irritando al cieloQue en la tribulación nos dé consuelo.
Félix Samaniego