dijo al cuclillo la abeja:
«Calla, porque no me deja
tu ingrata voz trabajar.
No hay ave tan fastidiosa
en el cantar como tú:
¡cucú, cucú y más cucú,
y siempre una misma cosa!»
«¿Te cansa mi canto igual?
-el cuclillo respondió-.
Pues a fe que no hallo yo
variedad en tu panal;
y pues que del propio modo
fabricas uno que ciento,
si yo nada nuevo invento,
en ti es viejísimo todo».
A esto la abeja replica:
«En obra de utilidad,
la falta de variedad
no es lo que más perjudica;
pero en obra destinada
sólo al gusto y diversión,
si no es varia la invención,
todo lo demás es nada».
Tomás de Iriarte