Félix Samaniego
El ruiseñor y el mochuelo (Fabula)
Una noche de Mayo,Dentro de un bosque espeso, Donde, según reinabaLa triste oscuridad con el silencio, Parece que teníaSu habitación Morfeo; Cuando todo viviente Disfrutaba de dulce y blando sueño, Pendiente de una ramaUn Ruiseñor parlero Empezó con sus ayes A publicar sus dolorosos celos. Después de mil querellas, Que llegaron al cielo,A cantar empezabaLa antigua historia del infiel Tereo Cuando, sin saber cómo,Un cazador mochuelo Al músico arrebata Entre las corvas uñas prisionero. Jamás Pan con la flautaIgualó sus gorjeos, Ni resonó tan grata La dulce lira del divino Orfeo; No obstante, cuando dabaSus últimos lamentos, Los vecinos del bosque Aplaudían su muerte; yo lo creo. Si con sus serenatasEl mismo FarineloViniese a despertarmeMientras que yo dormía en blando lecho, En lugar de los bravosDiría: «Caballero, ¡Que no viniese ahoraPara tal ruiseñor algún mochuelo!» Clori tiene mil gracias¿Y gué logra con eso? Hacerse fastidiosaPor no querer usarlas a su tiempo.