El asno y las ranas (Fabula)

Muy cargado de leña un burro viejo, Triste armazón de huesos y pellejo, Pensativo, según lo cabizbajo, Caminaba llevando con trabajoSu débil fuerza la pesada carga. El paso tardo, la carrera larga,Todo, al fin, contra el mísero se empeña, El camino, los años y la leña.Entra en una laguna el desdichado, Queda profundamente empantanado. Viéndose de aquel modoCubierto de agua y lodo, Trocando lo sufrido en impaciente, Contra el destino dijo neciamente Expresiones ajenas de sus canas; Mas las vecinas Ranas,Al oír sus lamentos y quejidos, Las unas se tapaban los oídos,Las otras, que prudentes le escuchaban, Reprendíanle así y aconsejaban: «Aprenda el mal jumentoA tener sufrimiento;Que entre las que habitamos la laguna Ha de encontrar lección muy oportuna. Por Júpiter estamos condenadasA vivir sin remedio encenagadas En agua detenida, lodo espeso, Y a más de todo eso,Aquí perpetuamente nos encierra, Sin esperanza de correr la tierra, Cruzar el anchuroso mar profundo,Ni aun saber lo que pasa por el mundo. Mas llevamos a bien nuestro destino; Y así nos premia Júpiter divino, Repartiendo entre todas cada díaLa salud, el sustento y alegría.» Es de suma importancia Tener en los trabajos tolerancia;Pues la impaciencia en la contraria suerte Es un mal más amargo que la muerte.

Félix Samaniego