de luchador valiente,
y un pollo algo crecido,
no sé por qué accidente
tuvieron sus palabras, de manera
que armaron una brava pelotera.
Diose el pollo tal maña,
que sacudió a mi gallo lindamente,
quedando ya por suya la campaña.
Y el vencido sultán de aquel serrallo
dijo, cuando el contrario no lo oía:
«¡Eh!, con el tiempo no será mal gallo:
el pobrecillo es mozo todavía.»
jamás volvió a meterse con el pollo.
Mas en otra ocasión, por cierto embrollo,
teniendo un choque con un gallo anciano,
guerrero veterano,
apenas le quedó pluma ni cresta,
y dijo al retirarse de la fiesta:
«Si no mirara que es un pobre viejo...
Pero chochea, y por piedad le dejo».
Quien se meta en contienda,
verbigracia, de asunto literario,
a los años no atienda,
sino a la habilidad de su adversario.
No ha de considerarse en un autor la edad, sino el talento
Tomás Iriarte