El sueño de Juanita

Juanita, con apenas cuatro años de edad, era una niña muy precoz, madura para la edad y con una inquietud manifiesta hacia el comportamiento de sus amiguitos de juego, tanto de la casa como de su escuela, pues ella soñaba mucho.

Una noche de invierno, un lunes, su mamá la notó muy extraña porque apenas quiso cenar, pidió le echara la bendición y se quedó dormida de inmediato. Lo inusual de esta conducta motivó a la mamá a vigilar su sueño, que realmente se manifestó muy agitado, casi no podía estar quieta en la cama, con muchos sobresaltos y movimientos de su cuerpo, como si estuviera en un lugar muy grande.

A la mañana siguiente, se despertó muy temprano, se dirigió al comedor y después de tomar el desayuno, Juanita empezó a conversar con su mamá como todos los días. La mamá le preguntó: - ¿Cómo has dormido, hija? - ¡Ay mamá! ¡Soñé con mis amiguitos y amiguitas del colegio! respondió Juanita. - ¡Anda, cuéntame! ¿Qué pasó con ellos? - preguntó su mamá - Mira, mami, ¡No querían jugar conmigo, ni dibujar y tampoco decían lo que querían hacer! ¡Siempre se esconden y se van cuando los busco!

Fue tanta la expresión de su rostro, agitado, ansioso y sus ojos brillaban como estrellitas luminosas, que hicieron que su mamá le pidiera a los amiguitos y amiguitas de Juanita que hablaran con ella para tranquilizarla.

La mamá de Juanita invitó a los niños a la casa para una merienda, los llamó y les dijo: - ¡Niñas y niños! Quiero pedirles que acepten a Juanita en su grupo como si fuera una niña grande, manifestó la mamá. Es pequeña, pero sabe como integrarse al grupo. Los niños recibieron la noticia con mucha alegría dando así motivo para el segundo sueño de Juanita, el cual era que su mamá jugara un día con ellos en el grupo.

Una tarde hicieron un programa con muchas actividades para la semana, que consistía en que cada uno de los niños y niñas iba a exponer lo que hacía desde que se levantaba en la mañana hasta que se iba a la cama por la noche. Una parte del grupo iba a hacer comentarios de lo que más les agradó, cuán interesante era y lo bueno que sería incorporar más niños y niñas. Por otra parte, la mamá de Juanita aclararía y orientaría lo que no quedara claro de los relatos de cada uno de los niños y niñas y sus experiencias.

Pasado mucho tiempo, Juanita seguía soñando y cuando ya contaba con seis añitos su gran deseo era ser grande para convertirse en una profesora como la que estaba en su colegio. Cada vez que Juanita deseaba realizar algo nuevo, lo soñaba cuando se dormía.

Un día, Juanita dijo: - ¡Hoy tengo que hablar con mis amiguitos! - Se reunió con ellos y les dijo: - ¡Vamos a sembrar matas para que veamos como crecen! ¡Como mis sueños y como nosotros! - ¿Qué vamos a sembrar, Juanita? -preguntaron todos al mismo tiempo. - Bueno, muchas matas que nos den frutos y también sombra, muchachos. Miren, aquí hay unas semillas de mango. Las sembraremos en el patio de mi casa, dijo Juanita.

Así, todas las tardes iban a regar con mucho entusiasmo las semillas y hablaban con ellas como les recomendó la mamá de Juanita. Hasta que un buen día, ¡qué alegría! ¡qué emoción sintió Juanita! Cuando fue a regar las matas, como de costumbre, vio que la tierra se estaba cuarteando y abriendo y que una cabecita verde pujaba por salir en busca de los rayos de sol.

Al día siguiente fue a avisar a sus amiguitos y amiguitas sobre lo que estaba sucediendo con las semillas. Cuando los niños llegaron a la casa, Juanita los llevó hasta el patio donde estaban las maticas y gritó: - ¡Miren! ¡ocurrió un milagro! Es una vida que comienza, dijo Juanita, ¡nació una mata!

Lo dijo con mucha satisfacción y orgullo y luego se puso a imaginar cuantos años necesitarían para que su mamá, sus amiguitos y amiguitas pudieran disfrutar de unos suculentos mangos, manjar exquisito y típico de esta tierra Guayanesa.

Por las tardes continuaba regando y atendiendo con amor la matica de mango y le hablaba, diciéndole: "Debes crecer y dar hermosos frutos". La mata siguió creciendo y un día Juanita y su mamá no salían de su asombro cuando vieron la cantidad de mangos que comenzó a dar la mata que con tanto cariño había sembrado, junto a su mamá y sus amiguitos y amiguitas.

Una noche, cuando Juanita dormía, soñó que caminaba por las calles de la ciudad y a ratos miraba hacía atrás por si alguien le seguía, tenía miedo de todo, encontrarse con un policía, un conocido, un ladrón, se sentía mal, tenía hambre y frío y a medida que caminaba no encontraba a su mamá a quien buscaba afanosamente por las calles donde andaba.

Para saciar el hambre, llegó a un restaurante y se ofreció para lavar platos a cambio de comida pero como vieron que estaba sucia y harapienta se imaginaron que era una niña ladrona y le dijeron de mala manera: - ¡No necesitamos a nadie! ¡váyase! - ¡Debes irte antes de que llamemos a la policía! Juanita comenzó a gritar y su mamá la oyó llorar y se acercó hasta su cuarto, se puso muy cerca de la cama y pasó la mano por la frente de Juanita, diciendo con cariño: - ¿Qué pasa mi niña? ¿Qué tienes? Aquí está tu mamá. Juanita que estaba tan ansiosa en el sueño se despierta y dice: - Nada... nada... mamá, estaba soñando pero, ya pasó. - Pero dime hija, cuéntame, estabas soñando. Juanita empezó a contarle a su mamá como iba por una calle, hambrienta, sucia y harapienta y tiritando de frío, preguntándose porque Papá Dios permitía eso, porque no hacia nada para ayudarla.

Juanita dejó allí la conversación con su mamá y se volvió a la cama. Cuando se quedó dormida, comenzó nuevamente a soñar con la misma niña sucia y harapienta pero lo que menos esperaba aquella noche era que en el sueño Dios le respondiera: - Ciertamente, he hecho algo, Juanita. Te he hecho a ti para que ayudes a otros. Juanita despertó asustada, nuevamente comenzó a gritar llamando a su mamá. Su mamá acudió presurosa y se sentó a su lado, intentando clamarla y a decirle que lo que había sucedido era solo un sueño. - Nosotros necesitamos formar personas que no sólo se conmuevan ante la realidad que vivimos, es decir, que no sólo se preocupen por la injusticia y la miseria, sino que puedan buscar soluciones a muchos problemas, dijo Juanita.

Así entendió juanita todos sus sueños anteriores, a pesar de la corta edad que tenía y pudo explicarle a sus amiguitos y amiguitas lo que pasaba.

Al cabo de mucho tiempo, Juanita comenzó a estudiar lo que tanto había soñado y deseado que era ser una gran Maestra y poder enseñar todo lo que había aprendido durante sus sueños, pues tenía la visión de un futuro muy grande, al lado de sus seres queridos.

Maritza de Gómez