Cierta vez enviaron a un hombre al Espacio en dirección a un planeta perdido.
Era un planeta tan distante pero tan distante que el combustible se terminó cuando el cohete por fin llegó a su destino. Y era un planeta pequeño ubicado en medio del espacio no se sabe en qué galaxia ni en qué constelación.
El astronauta caminó por todo el planeta y dio la vuelta al mundo en menos de ochenta pasos (es que el planeta no tenía ni río, ni mar ni montañas). Y viéndose tan solo el astronauta gritó: "¡Socorro!"
Y nadie sabe por qué nebulosa razón su voz recorrió de vuelta el camino de la astronave. Y en toda
Fue un susto general sin ninguna explicación: aquí, tan lejos, en
Y los científicos de
Como las computadoras sabían – de memoria – la ruta de la astronave perdida, los científicos le mandaron de regalo al astronauta un cohete con mucha comida para el hambre de cada día.
Y todos aquí en
"¡Mándenle música!” habló con voz salvadora el dueño de una grabadora. “Manden discos, video-clips, cintas, cassetttes, canciones, manden radios, tocadiscos, grabadores, televisores.”
“Pero envíenle también un par de auriculares”, agregó enseguida un previsor. “¡Por si no nos llega a gustar su programación!"
Y mandaron un cohete colosal cargado de canciones (todas las canciones del mundo) con auriculares exclusivos adaptables al oído del solitario astronauta. Y una vez más se hizo un silencio total. Y todos pudieron continuar sin correr grandes peligros (oyendo sólo lo que querían los fabricantes de discos).
Un largo tiempo pasó hasta que un día, otra vez toda
Tan solo, tan solo
sin nadie...
El que parte
lleva el recuerdo
de alguien.
Y el recuerdo es cruel
cuando existe amor.
Siento un dolor en mi pecho
y evitarlo es imposible.
No puedo más.
Nadie tiene pena
de mi dolor.
Llorar, como yo lloré
nadie debe llorar.
¡Rosa, oh Rosa!
¿Cómo estás, Morena Rosa?
Con esa rosa en el cabello
y ese andar orgulloso.
¡Ay, qué nostalgia siento!
Todo el mundo quedó muy conmovido sin saber ya qué hacer para salvar al astronauta que se estaba muriendo de soledad y nostalgia. Entonces los científicos de
Rosa, entonces, fue lanzada en un cohete color de rosa, muy bonita y arreglada, una astronauta tan linda como en el Espacio entero no se había visto todavía. Y mientras el cohete subía el jefe de los científicos le dijo a su asistente: "¿Cómo es que nuestras mentes no habían pensado en esto?" Y todo el mundo en
Y entonces, la noche prevista,
Hasta ese momento (vamos a decir: para siempre) nunca más se oyó al astronauta llorar, o gritar, o implorar, o vociferar, reclamar o maldecir. En el espacio hay, ahora, sólo estrellas y silencio. Pues como informó el personal de
Ziraldo (Escritor Brasilero)