Hace muchos años, los elefantes tenían la trompa chiquita, es decir, eran ñatos. No tenían la larga trompa que se gastan ahora. Una vez el elefante Fante, quien tenía fama de miedoso, y ahora es papá de todos los elefantes, iba con otros elefantes jóvenes como él a beber agua del río. Como todos tenían la trompa chiquita sólo bebían hasta donde su ñata les permitiera. Bien se sabe que la sed de los elefantes es terrible, por eso el elefante Tito, el más travieso, chiquitín y orejón de todos, se adelantó dos pasos demás y cayó en el agua.
- ¡Auxilio!, no sé nadar, ¡me ahogo!...glup, glup, glup –gritó el elefante Tito.
- No te preocupes, yo te sacaré –dijo el elefante Fante, quien estiraba su trompita lo más que podía, mientras los demás elefantes lo miraban sorprendidos por su valentía.
- Glup, glup, glup –dijo el elefante Tito, bajo el agua y rodeado de burbujas.
De pronto, el elefante Tito glup, glup, glup estiró sus patas delanteras y glup, glup, glup se agarró de la nariz del elefante Fante glup, glup, glup, y gritó:
- ¡Sácame, compañero! glup, glup, glup ¡Pronto! glup, glup, glup.
El elefante Fante le contestó con voz muy extraña:
-Do de peocubes, gombañedo, ge odita de daco de agua.
Empezó a retroceder. A medida que lo hacía el elefante Tito salía del agua, pero la nariz del elefante Fante también crecía y crecía, se estiraba y se estiraba como un pedazo de goma, un tubo de caucho o un palo de jebe.
-¡Oh, mi naniz! –pensó el elefante Fante. Todos los elefantes le llamaban héroe, salvador, narigón valiente, sin dejar de mirarle la trompa. Desde ese día, los elefantes nacerían con una larga trompa que les recuerda el heroísmo del elefante Fante; el héroe, el salvador…el amigo narizotas…
Hernán Becerra Salazar