No sé por qué razón el travieso viento de agosto se encaprichó en jugar con esa semilla, tal vez se enamoró de su perfecta forma alargada o se fascinó con sus colores rayados, lo cierto es que en un sólo movimiento la robó de la jaula de los pájaros, le hizo dar una tumba cabeza y cinco volteretas en el aire y la dejó abandonada en una maceta roja para irse a jugar con otra cosa.
Un gran susto se pegó la pobre por que ella misma se escondió entre la tierra para protegerse del viento y tranquilizar a su corazón que no dejaba de palpitar intranquilo.
Pasó un día, dos, tres y muchos más y recién cuando juntó el coraje necesario un tallo largo y temeroso comenzó a elevarse con hojas en forma de estrella que parecía que querían acariciar el cielo.
Como crecía incansablemente este tallo misterioso en cuestión de días se convirtió en él más alto del jardín, despertando la curiosidad de muchos...
¿De qué será esta planta solitaria y elegante que crece en el jardín?- Se preguntaban las hormigas mientras la trepaban despacito porque les gustaba mirar las margaritas desde arriba.
Un día desde lo alto de aquel tallo apareció un capullo apretado y muy pesado, .... por supuesto las hormigas fueron a curiosear este fenómeno.
Una hormiga roja se lo contó a una negra en secreto, una hormiguita chiquita se lo contó a una muy grande y fue así que este capullo se hizo el más famoso del jardín, y después del barrio porque las hormigas no dejaban de divulgar esta noticia.
Como podemos imaginar nuestro capullo fue el más visitado de la zona, pero una tarde soleada se empezó a escuchar un quejido tímido y largo:
¡AAAAAyyyyy...... AAAAAAyyyyyy.... AAAAAAyyyyy
-¿Quién habla?- preguntó una hormiga negra muy asombrada.
Soy yo- .... Es que me duele mucho- dijo la planta extraña-
-Es la planta-avisó a sus compañeras y trepó el capullo porque era de allí de donde salía la voz perfumada y preguntó:
-¿Qué es lo que te duele plantita?-
-El cuello, es el cuello- respondió la planta _Es que es tan largo y mi cabeza tan pesada que me canso de sostenerme derecho todo el día, a veces sólo quiero descansar un ratito-.
-¿Te parece que nosotras podamos hacer algo para ayudarte?._preguntó la hormiga negra en secreto al capullo.
-MMMM... No sé..-respondió la planta, .... tal vez unos masajitos por la mañana no me vendrían nada mal, ya que ustedes son muchas.... ¿No?-
Las hormigas llamaron a una reunión a la que asistieron todas para tratar el tema, y, como se habían encariñado tanto con esta planta en una asamblea hormiguera resolvieron que se turnarían para masajear a la planta en las mañanas, cosa que cumplieron rigurosamente.
A las 8 de la mañana se juntaban hormigas rojas y negras, gordas y flacas, grandes y pequeñas y formando una larga fila se subían una sobre los hombros de las otras y con sus patas de adelante le hacían suaves y calentitos masajes a la planta que siempre terminaba envuelta en carcajadas por que las patas peludas de las hormigas le hacían cosquillas.
Un día pasó lo que tenía que pasar y este capullo que nunca terminaba de crecer se abrió inmenso, amarillo y bellísimo, y desde luego vinieron las hormigas a conocerlo.
-Se mueve _ dijo una hormiga roja mientras lo miraba extasiada desde el borde de la maceta_
_No puede ser., porque las plantas no se mueven _ dijo una hormiga negra flequiyuda.
_ Sí, se mueve y está mirando el sol-dijo una hormiga sabelotodo..
Sin perder tiempo hicieron de nuevo la fila larga, paraditas una arriba de la otra y después de hacerle nuevos masajes a la flor la hormiga sabelotodo preguntó: -
-¿Estás bien ?-
-Sí claro, solamente me he abierto-dijo ella-
-¡Eres gigante y bella!- Le dijo la hormiga-¿Siempre miras el sol?-
-Sí, claro, por eso me lamo GIRASOL y tengo su color.-
-¿Todavía te duele el cuello?- preguntó la hormiga.
-Ahora... ahora me duele más que antes, es que esta flor es demasiada grande para mi cuello tan flaco.-contó el girasol-
-¡Te ayudaremos¡- resolvió la hormiga, ahora te haremos masajes dos veces por día, en la mañana y al caer el sol.
Así lo hicieron por una semana más, pero ocurrió que algunas hormigas comenzaban a cansarse de tanto trabajo o simplemente querían pasear tranquilas por la tarde pero como les gustaba tanto el girasol trataron de encontrar ahora una nueva solución y se convocaron nuevamente en asamblea permanente..
Llevaban más de una hora reunidas y a ninguna se le ocurría nada .....!ya sé! –Dijo la sabelotodo- le hagamos una silla para que se siente y listo, sino podríamos hacerle una cama para que se acueste-allí fue cuando tuvo que intervenir la hormiga jefa y recordarle que su fama era por trabajadoras no por carpinteras.
-¡LO TENGO!-dijo una hormiga roja, entre todas podemos llevar un palo tan largo como el girasol y plantarlo en su maceta para que el girasol se apoye en él cuantas veces él lo necesite... _¿Qué les parece?- les preguntó a todas sus compañeras-.
Esta idea fue aprobada por las hormigas grandes y chicas, por las rojas y por las negras también, así que salieron cada una por su lado a buscar el palo indicado.
Una hormiga flaca y despeinada lo encontró y llamó a sus compañeras para que la ayudaran a transportarlo hasta la maceta.
En fila levantaron el palo y así lo llevaron hasta la maceta, allí le pidieron a una lombriz rallada que les hicieran un agujerito para plantarlo, y con la ayuda de la mariposa Josefina, amiga resiente del girasol pudieron levantarlo hasta la mismísima flor.
El girasol está muy agradecido, yo lo he visto apoyarse en este palo más de cuatro veces hoy, aunque está un poco despeinado por que ahora canta milongas y ríe fuerte con los chistes que le cuentan las hormigas cuando lo visitan.
Las hormigas están orgullosas pero siguen haciendo fila... ahora para ponerse bronceador, subir hasta el gran girasol, tomar unos minutos de sol y tirarse del palo como si fuera un tobogán, eso sí las hormigas rojas están quedando cada vez más negras y las negras más negras cada día.
Adriana Helena Rolando